La enóloga gaditana Verónica Ortega llegó al Bierzo con la vendimia de 2010, con cuyas uvas se estrenó en la comarca con la primera añada de ROC, y se quedó. Desde entonces, han pasado ocho años y otras cuatro etiquetas (Quite, CAL, VO y Cobrana). Precisamente, la última en incorporarse ha sido la del Cobrana – aunque seguro que no por mucho tiempo- y con ella ha demostrado una vez más su habilidad de descubrir nuevos perfiles en la mencía.
El Cobrana 2016 es un mencía atípico. «No es un vino del Bierzo al uso», advierte Verónica, que explica que en su elaboración pone en práctica una vinificación diferente, similar a la que se hace tradicionalmente en este pueblo del Bierzo Alto, del que toma el nombre y donde están ubicados los viñedos con los que lo elabora -viñas viejas y suelos de pizarra degradada y arcillas-. «Como en las viñas están mezcladas variedades blancas y tintas, hacen prensado directo y maceran con sólo una parte de las pieles», apostilla.
Así, realiza la fermentación en fudre abierto de madera y con 100% raspón. Es una maceración muy suave y larga en el tiempo, antes de pasar a la crianza en ánfora y barrica durante un año. El resultado es un vino que mezcla varias uvas autóctonas y en el que la mencía sigue siendo dominante, con un perfil eléctrico y seductor. «Es muy elegante y delicado, pero también tiene tensión y garra, con la estructura y la frescura que le da el raspón», valora la enóloga.
El estilo del Cobrana
Es un buen ejemplo para demostrar, en palabras de Verónica Ortega, que «la mencía es muy versátil y que, depende de cómo la vinifiques y la trabajes, puedes hacer vinos de perfiles muy diferentes». De esta manera llega al Cobrana, con un estilo de vino ligero, sin tanto peso. «Muy bebible, en la línea de los vinos que se buscan hoy en día, más finos, elegantes y delicados», describe la gaditana, que matiza que «sin tener ese cuerpo que suele tener la mencía ni esa redondez, en boca es mas ágil y más anguloso». «Tiene un buen equilibrio, es un vino bastante completo y ha tenido muy buena aceptación», añade Verónica, que recuerda que de esta primera añada han salido 2.300 botellas.
Con una capa muy clara, en boca es fluido y fresco, con un final muy largo. Muy floral, sobresalen también las notas a frutas rojas más chispeantes y eléctricas (tipo fresa ácida, frambuesas y grosellas) con un fondo balsámico. «Aromáticamente es también muy seductor», señala la enóloga, que aquí subraya su carácter floral (violetas) y especiado (pimienta y clavo). Un vino complejo pero, a la vez, sencillo de beber.
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Katia
septiembre 13, 2018 at 11:52 amCuando se hacen las cosas con tanto cariño, el resultado es elegante y bueno. Muy interesantes los vinos de Verónica 🙂
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