El primer canto de los vinos de Cantariña

El primer canto de los vinos de Cantariña

Hace ya varias décadas, cuando el destino del vino que se elaboraba en el Bierzo era principalmente su venta para graneles gallegos, un visionario José Álvarez de Toledo ‘Don Pepito’ decidió hacer algo distinto: embotellar un vino de calidad siguiendo la idea que hay detrás del concepto francés de château¹.  Junto a otro viticultor de la zona, Francisco Pérez, sacaba adelante Viñas y Bodegas Bierzo y su vino Valdeobispo, que es considerado por muchos como «el primer vino moderno» de la comarca. Ahora, con el espíritu de ese vino y con la meta de volver a poner en valor los viñedos del abuelo, ‘Don Pepito’, nace Cantariña.

Este proyecto supone el regreso de esta familia a la viticultura y a la elaboración de buen vino de la mano de los cinco hermanos Ysart Alvarez de Toledo: Fede, Consu, Sonso, Santi y Jorge. Lo que empezó como un juego en 2015 se ha convertido hoy en día en una nueva bodega de la DO Bierzo.  Esta semana presentaban sus cuatro vinos -que saldrán en estos días al mercado con 12.000 botellas- en el que es el corazón de su proyecto, la Cabaña de los Pinos, en pleno Camino de Santiago entre Valtuille de Arriba y Villafranca del Bierzo.

La Cabaña de los Pinos, sobre una colina rodeada de viñedos, es el corazón de la bodega Cantariña. Foto:TQM

Un lugar que compartir

Ese lugar tiene un simbolismo especial para ellos, con muchos recuerdos de su infancia vinculados a esas vendimias en familia y a la necesidad de compartir ese paraje. «Cuando viene todo ese proceso de mejora de los vinos del Bierzo, que además a nosotros nos encantaba el vino, pensamos que no podíamos quedarnos fuera de esta historia y Cantariña surgió como un anhelo familiar de hacer vino y compartir este paraje«, cuenta Fede,  que señala también como otros primos han tenido igualmente ese deseo de abrir las puertas de la Cabaña de los Pinos con el Evento Sarmiento, un festival que combina música y vino.

La imagen de esa majestuosa colina de viñedos presidida por tres pinos monumentales, que dan sombra a la cabaña que guarda el antiguo lagar, se queda grabada en la vista de los peregrinos que pisan este tramo del Camino de Santiago entre  Valtuille de Arriba y Villafranca y que en la zona se conoce como ‘Camino de la Virgen’. Un camino que cuando se adentra en el pueblo de Valtuille toma el nombre de calle Cantariña.

«El barrio en el que está esa calle se llama así y la cantariña es un grillo. Nos gustó el simbolismo que tenía para darle nombre a nuestro proyecto», explica Santi, otro de los hermanos. Y es que esta sencilla palabra representa el camino que pasa por delante de sus viñas y a los animales que viven en ellas. «Es un reflejo de nuestra voluntad de mantener la viña viva con todos sus habitantes, plantas y animales», añade, mientras destaca que en su logo representan al grillo tocando el violín porque, puntualiza, «al final bebemos vino para divertirnos».

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Sonso y Santi en la presentación de Cantariña. Foto: TQM
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Fede Ysart Álvarez de Toledo. Foto: TQM

2015, empieza el juego de Cantariña

Los cinco hermanos entraron en mundo del vino como un juego, con la vendimia del 2015. Llevaban tiempo viendo que la bodega a la que tenían alquiladas las fincas de la viña de los Pinos no recogía la garnacha tintorera (alicante bouschet) que se concentraba en una zona muy concreta del paraje -fácilmente identificable en otoño por los tonos rojizos de su cepas, frente a los tonos amarillos de las de mencía-. Y así empezaron, recogiendo con amigos y familia los racimos de garnacha de esa parcela y haciendo su primer vino. «Teníamos ganas de empezar a jugar», confiesa Fede, que admite que les quedó «tan rico» con una variedad que la mayoría de la gente no suele vinificar sola, que empezaron a pensar en hacer un mencía.

Al año siguiente, en el 2016, ya recogieron las uvas de la variedad mencía de una parcela muy pequeña que hay al lado, con una característica forma de triángulo. «Descubrimos que no sólo podíamos hacer una mencía rica sino que, en concreto, esa parcela era especial por la orientación y el suelo, con un terreno más arenoso. Salió un vino delicioso», añade. Con ese buen resultado ya se animaron a recuperar todas las parcelas -unas seis hectáreas- que tenían arrendadas a otras bodegas en la viña de los Pinos (en el paraje de Las Gundiñas) y en Valdeobispo, que está más cerca de Villafranca. A ello sumaron también la plantación en los Pinos de una hectárea, que estaba abandonada, con castas locales de dos variedades que no tenían, merenzao y godello.

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La parcela de donde salen las uvas de La Garnacha es fácilmente reconocible en otoño, con sus tonos rojizos. Foto: TQM

Cuatro vinos. 12.000 botellas

El trabajo de estos años se traduce en cuatro vinos Cantariña (La Garnacha, El Triángulo, Viña de los Piños y Doña Blanca) y más de 12.000 botellas de las añadas 2015, 2016 y 2017.  «El fruto final que tenemos en la copa es el vino, pero también está en ella parte del reencuentro con una tierra que nuestros abuelos ya han cuidado», apostilla Fede, que subraya el compromiso de Cantariña con la viticultura ‘eco’, desterrando el uso de herbicidas y pesticidas.

«Esa sensación cuando vas a podar una cepa centenaria, cuando tomas conciencia de que cada corte, en cada sarmiento, es la prolongación de una tarea que lleva formando esa planta desde hace 80 o 90 años, cuando te das cuenta de que ese corte va a ser determinante en cómo va a seguir evolucionando», añade. Y es que reconoce que el disfruta más del trabajo en la viña, mientras Santi es el que más controla los procesos en bodega, dedicado ahora al 100% al proyecto. Ellos dos están fuera, como sus otros dos hermanos Consu y Jorge, siendo Sonso la única que vive todo el año en Villafranca del Bierzo.

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Los cuatro vinos de Cantariña: La Garnacha, El Triángulo, La viña de los Pinos y Doña Blanca. Foto: TQM

Cantariña 1 La Garnacha y Cantariña 3 El Triángulo

Los dos primeros vinos de Cantariña son dos vinos parcelarios. Y entre ellos el más especial es un mencía llamado Cantariña 3 El Triángulo 2016, que se elabora con las uvas de una pequeña parcela de suelo arenoso calcáreo -el resto de la finca es bastante más arcilloso- y tiene una orientación a poniente, mientras la mayor parte de la colina de los Pinos está mirando al norte. «Esas dos cosas hacen que la mencía que está allí plantada tenga un carácter especial, diferente y más mineral«, destaca Santi, que añade que «nos gustó tanto que, aunque es muy pequeñita y hay que hacerlo todo muy manual, decidimos mantenerla por separado».

Y es que de esta primera añada solo salieron 525 botellas.  «Es lo que da, pero es tan rica que no queremos meterla con el resto, queremos darle un significado especial y tenerla como nuestra joya«, ensalza. En su elaboración -que hasta ahora realizan en la bodega Luna Beberide, con el apoyo de su amigo Alejandro Luna- utilizan solo levaduras autóctonas «sin añadir nada que no venga de la viña» para su fermentación y maceración en acero inoxidable, con bazuqueo manual y sin remontados. Cuenta con una crianza de 12 meses en barrica de roble francés de varios usos y otros 12 meses en botella.

cantariña ysart álvarez de toledo

De esa misma manera elaboran Cantariña 1 La Garnacha 2015, con la única diferencia que pasa un año más en botella para conseguir controlar su acidez. Santi explica que está dos años en botella para que «alcance un mejor equilibrio desde que sale de la barrica hasta que la podamos tomar, pero la elaboración es muy similar». De este vino 100% garnacha tintorera, recogida de una única parcela con orientación sur y suelo arcilloso, hay unas 900 botellas para esta primera añada.

Cantariña 2 La Viña de los Pinos y Cantariña 4 Doña Blanca

El resto de las parcelas de la viña de los Pinos sirven para elaborar su tercer tinto, que es el primero calificado por la DO Bierzo con un 90% de uva mencía y el 10% restante es una mezcla de doña blanca, palomino y garnacha tintorera. «Es el volumen más grande. Los dos años que la hemos vendimiado hemos sacado unos 11.000 kilos de uva, que se traducen en algo menos de 10.000 botellas«, detalla Santi. En este caso, utilizan depósitos de acero inoxidable y remontados, para «obtener fruta y extracción, pero que no se nos pase de concentración», y una crianza de ocho meses hasta su embotellado y la añada 2017 «nos la estamos tomando ya». Es el Cantariña 2 Viña de los Pinos

«No es un joven que no ha pasado por barrica, pero solo para darle ‘un toque’ y mantener la frescura y elegancia de la mencía. Es el prototipo de una mencía de viñas viejas«, valora este hermano. De esta misma viña se utilizan las uvas de algunas cepas de palomino -también llamado jérez- para realizar el ‘coupage’ que da lugar a su cuarto vino, Cantariña Doña Blanca 2017, junto a un 80% de uva doña blanca o valenciana procedente de la finca Valdeobispo. La producción no es muy grande, indica Santi, que precisa que son unas 1.200 botellas.

cantariña ysart álvarez de toledoSu elaboración es muy simple. Tras el prensado al llegar a la bodega para extraer el mosto, fermenta en depósito de acero inoxidable con sus lías y después es sometido a un pequeño clarificado antes de pasar directamente a la botellas. «Tiene un buen equilibrio, con toques de flor en la nariz y, aunque tiene aromas dulzones de miel, en boca es seco», explica.

Nuevos vinos del 2018

En la última vendimia han recogido 22.500 kilos de uva y confían en poder presentar nuevos vinos con la añada 2018. Al menos un nuevo vino tinto con la mencía de la finca de Valdeobispo, que ya están vinificando. «A día de hoy está dando unos resultados espectaculares en la bodega y estamos impresionados con la calidad de este vino», adelanta Santi, que explica que lo están elaborando de una forma «un poco distinta» con la utilización de fudres de madera de 5.000 litros.

Para más adelante tienen en mente otras elaboraciones con godello y merenzao, dos variedades que no tenían en su viña y que han plantado para recuperar una parcela abandonada. Así, más o menos dos tercios de esa hectárea es godello que empezará a rendir el año que viene o el siguiente, mientras que el tercio restante es merenzao. De esta variedad casi desaparecida de los viñedos del Bierzo dicen que «ofrece cosas distintas y espectaculares». «Este año nos ha dado nada, unos 120 kilos que hice en la bodega de casa en Villafranca y el resultado es impresionante. Si eso se traslada a la producción total de la viña será un gran vino, pero para eso todavía hay que esperar», advierte Santi.

Tras presentar sus cuatro vinos en la Cabaña de los Pinos, llega el momento de comenzar su distribución. Sus primeros destinos serán el Bierzo y Madrid, donde cuentan con «una buena red de contactos». Después será el momento de hacerse un hueco en el resto de España y exportar, para lo que será importante contar con gente que entienda su proyecto. «Que no es un proyecto más, que son viñas irrepetibles», apunta Santi, que busca distribuidores «que pongan mucho foco en la calidad y en contar una historia, que no solo vendan volumen».

El recuerdo del abuelo

Y este reportaje termina como empezó, con el recuerdo de Jósé Álvarez de Toledo, el lazo que mantiene a los cinco unidos a Villafranca y al mundo del vino. Con un apellido de ilustre abolengo, su abuelo empezó como muchos otros viticultores bercianos a hacer vinos para graneles, que vendían mayoritariamente a Galicia. «Ese es el origen de la parcela de La Garnacha, cuando se hacían unos vinos que se llamaban de doble pasta para darle más color y eligieron plantar esta variedad mediterránea que tiene la pulpa roja», explica Fede, que añade que en esa época el vino servía de21 alimento «en un momento en el que España pasaba hambre y se tomaba más por la ingesta calórica que por placer».

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Los cinco hermanos juntos en la Cabaña de los Pinos, en Evento Sarmiento. Foto: cantarina.es

Fue con el paso de los años que ‘Don Pepito’ se planteó, junto a Francisco Pérez, la idea de elaborar un vino de calidad, allá por los años 80. «Fue en la época en el que yo empecé a tomar conciencia  y a participar en algunas vendimias», rememora Fede, que destaca que «era todo artesanal» y que «tenía incluso más mérito hacer vinos de calidad entonces«.  Así guarda el recuerdo de disfrutar de «un vino rico comparable con otros vinos que se bebían en casa que podían ser de Rioja».  «Álvaro Palacios nos comentó  una vez que el vino de calidad que tenía como referencia en el Bierzo y que él había llegado a conocer era ese, el vino Valdeobispo que hacía mi abuelo», apostilla.

¹ Más allá de que el edificio de la finca sea un castillo o no, hace referencia a un lugar en el que se hace todo el proceso de producción del vino, desde la cepa hasta la botella.

Los comentarios están cerrados.
  1. Germelino Bayle Hernandez

    marzo 5, 2019 at 11:05 am

    Buenos días.
    He estado leyendo vuestra pagina, y me parece extraordinario que sigáis con la tradición, aun no he probado vuestros vinos, espero probarlos estos días.
    Aun conservo una botella del vino Valdeobispo que hacia vuestro padre.
    Gracias por seguir con la producción de vino.
    Tenían que enseñar a beber Vino en los Institutos a las nuevas generaciones.
    Uno nacido en Valdeobispo Càceres.
    Saludos.