Al fresco de El Zarzal

Al fresco de El Zarzal

El Zarzal 2016 es un vino 100% godello nada fácil de encontrar, pero quienes se pasaron este domingo por el festival Villar de los Mundos (Los Barrios, Ponferrada) tuvieron el privilegio de catarlo en un escenario «de lujo», la bodega del Palacio Burillas. Solo unos 75 «elegidos» pudieron probar el contenido de estas 12 botellas guardadas desde hace meses y descorchadas para la ocasión, con la guía del enólogo de bodegas Emilio Moro, Álvaro Maestro.

Esta bodega, enraizada en Ribera de Duero desde 1932 y con tres generaciones dedicadas al mundo del vino, tiene una larga tradición en la elaboración de tintos. Así, El Zarzal 2016, junto a La Revelía, se convierten en sus primeros blancos tras cinco años de experimentación y trabajo. Hechos en el Bierzo y 100% godello. «La familia Moro se enamoró del godello, fue un flechazo a nivel personal», reconoce el enólogo, que matiza que una vez elegida la variedad la decisión a tomar era «Bierzo o Valdeorras».

Y ganó el Bierzo. Su clima, su suelo, su orografía, su gente, y también amigos como Benito Otero o Raúl Pérez, fueron los factores determinantes para esa apuesta, cuyo resultado son 8.000 botellas de El Zarzal y 5.000 botellas de La Revelía en su primera añada. «Son muy pocas botellas, en la bodega sacamos más de 1,5 millones», precisa Maestro.

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La cata de Bodegas Emilio Moro en el Palacio Burillas, dentro del festival ‘Villar de los Mundos’. Foto: TQM

El Zarzal «sin artificios»

Su objetivo era hacer un gran vino blanco que tuviera el carácter propio de Bodegas Emilio Moro y con El Zarzal, el vino más joven de su proyecto en el Bierzo, consiguieron crear un conjunto fresco, fino y elegante basado en la riqueza varietal y aromática del godello. «Sin artificios, sin perder la frescura pero consiguiendo un plus de complejidad y seriedad», explica Álvaro Maestro, que destaca igualmente su polivalencia, tanto para chatear como para acompañar una buena comida.

Para hacer este vino se fijan en las uvas de los suelos franco-arenosos de las partes bajas de las laderas, en las zonas más expuestas y donde la piel de la variedad godello se mantiene «fresca y tersa». El otro gran aliado de la añada 2016 fue un clima marcado por intensas lluvias en los meses de abril y mayo, un verano más seco y cálido de lo habitual y un mes de vendimia escalonada y tranquila.

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Etiqueta de El Zarzal, su primera añada 2016. Foto: TQM

Tras una fermentación en madera a temperatura controlada, según describe Maestro, pasa por una crianza sobre lías de ocho meses en fudres de madera francesa de 2.500 litros. Es un paso por madera «muy sutil», sin marcar al vino y con unas notas de tostados que apenas son perceptibles pero si aportan complejidad al conjunto.

La acidez, su columna vertebral

Con todo ello, la acidez se convierte en la «columna vertebral» de El Zarzal. Esta cualidad le aporta su frescura característica y le ayuda a envejecer. Durante la cata, en la primera fase visual, el blanco de Bodegas Emilio Moro se muestra con un tono amarillo pálido brillante y limpio, mientras que en nariz se revela la intensidad aromática del godello.

Conviene que se airee durante unos minutos y se abra para mostrarnos los aromas de frutas de hueso (albaricoque) y cítricos, a lo que se suma alguna nota de fruta tropical (piña). Además de los frutales, también se perciben algunos toques florales (flores blancas, jazmín). En boca, la acidez agradable te hace la boca agua, muy vivo y fresco.

El Zarzal 2017 ya está prácticamente listo y Bodegas Emilio Moro prevé embotellarlo durante esta semana, adelanta el enólogo.

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