Hace un mes el castillo de Cornatel era el escenario elegido por el viticultor David Arias para presentar su nuevo vino, Valle del Recunco 12 Meses, con crianza de un año en barricas nuevas de roble francés. Es un vino de 2017, una añada complicada en la DO Bierzo y en la que su parcela de ‘La Dehesa’ -como ya nos contaba entre sus cepas el pasado otoño, «Nunca falla. Es la que salva la cosecha»– demostró otra vez su capacidad de resistencia y supervivencia en esa ladera norte en Villalibre de la Jurisdicción. Fue la única de sus viñas que resistió la helada que ese año diezmó buena parte de la cosecha en toda la comarca.
Apenas 500 botellas, que estrenaron la nueva imagen de la bodega con la etiqueta diseñada por Pablo Guerrero. Una etiqueta que sigue haciendo referencia a las laderas de viñedos de esta zona del Bierzo, con los montes Aquilanos de fondo. Una etiqueta limpia, clásica y elegante para un vino de corazón cálido y alma atlántica, complejo y de trago largo. «Es un vino hecho con todo el amor, con el apoyo de mi familia y de Bodegas Merayo», señala David, que se emociona cuando menciona a su padre José Luis. «El gran artífice de todo esto», apostilla. Y es que fue él quien rescató, de debajo de zarzales, esas cepas de mencía de más de cien años, plantadas hacia 1910, que son la joya de ‘La Dehesa’.
«Por la añada y el calor que hizo, debería ser un vino más mediterráneo. Pero no, es un vino atlántico y con mucha fruta, negra y roja, bien integrado. En nariz es complejo y elegante», describe este bodeguero novel. Así, recalca que, a diferencia de otras crianzas que llenan la boca, el Valle del Recunco «sólo te marca la boca y despierta esa sensación de querer seguir bebiendo».
Un 100% mencía del año de la helada
La helada marcó la añada 2017. Para el Valle del Recunco 12 Meses, la familia Arias Vidal utilizó las uvas de la parcela de ‘La Dehesa’ que salvó la helada y la de otro viñedo cercano que David y su padre podaron unos días después y esos segundos brotes llegaron a maduración entre diez y doce días después que la primera. Y es que ese año la vendimia fue temprana, en esa zona en torno al 28 de agosto, con una maduración avanzada.
Lo elaboraron como siempre, con recogida de los racimos a mano en cajas de 25 kilos y por la mañana, para pasarlos después a la despalilladora y al depósito de acero inoxidable. Allí, realiza la fermentación con la madre y bazuqueos manuales, controlando el frío. Tras la maloláctica, ya la pasan a las barricas, nuevas de roble francés, para una crianza que se ha prolongado entre 12 y 13 meses antes de embotellar.
Precisamente, hace unos días embotellaba el Valle del Recunco 2018, que en unas semanas estará listo para etiquetar y salir al mercado. ¡Ya tenemos ganas de probarlo!
¿Qué hay en una copa de Valle del Recunco 12 Meses?
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