Entre los viñedos viejos de mencía que Soto del Vicario tiene en el valle de San Clemente (Cacabelos) se esconden algunas olvidadas cepas de godello. No son muchas, como pinceladas dispersas en el lienzo de la viña, pero muy valiosas por su edad y por sus características que le dan una identidad única. Es por eso, que esta bodega se ha decidido, después de varios años de pruebas, a rescatar ese godello viejo y elaborar con él un ‘Cuveé Especial’ de su Go de Godello.
«Nosotros tenemos como ciento y pico parcelas de viñedo viejo y lo que hemos hecho es ir rescatando esas cepas viejas de godello que existían dentro de nuestras propias parcelas», cuenta su enóloga, Sandra Luque, que recuerda esa particularidad del viñedo de la DO Bierzo. Esas pequeñas parcelas con diferentes variedades (mencía en su mayoría, junto a vides de garnacha tintorera, palomino y doña blanca, también con alguna de malvasía y godello) que obligan a hacer la vendimia de tres o cuatro veces, cuando la maduración es óptima para cada una de ellas. «Con cada una de esas parcelas se elaboraba un sólo vino, con una identidad única, para casa», apostilla.
Algo característico del Bierzo a lo que se ha acostumbrado esta ‘vigneronne’ valenciana -que llegó a la comarca para pilotar el proyecto que la bodega manchega Pago del Vicario puso en marcha hace ya 12 años- y que cree que hay ensalzar como elemento diferenciador de los vinos bercianos, junto al método tradicional de elaborar en la zona. Por eso, descartaron homogeneizar su viñedo y apostaron por respetar la rica diversidad que existía en sus fincas.
Un godello diferente
Así, rechazaron injertar las cepas de godello genéricamente de otra variedad y optaron por poner en valor esas pocas plantas que se encontraban en algunas de sus parcelas de viñedos antiguos, con edades entre los 60 y 80 años, incluso alguno datado con más de 100 años. Así, el vino de esas vides de blanco que antes servían para ‘coupagear’ (mezclar) en los cubetos que los antiguos viticultores de San Clemente hacían para casa, ahora se recogen y se vinífican de manera independiente para hacer un monovarietal al que arrancarle una «mayor expresión».
«Es una manera de trasmitir cómo tradicionalmente se plantó el viñedo en el Bierzo, pero adaptando eso a la tendencia de los monovarietales», explica Sandra, que recuerda que se encuentran muy pocas plantas viejas de godello por ser una variedad «que se implantó mucho más tarde que la mencía». De ahí, que su producción esté limitada a unas 1.000 botellas en esta primera añada 2017 y sin opciones a crecer mucho más. «Solo vamos a elaborar con esas parcelas y dan lo que dan», añade la enóloga.
Hasta ahora habían utilizado el vino que elaboraban con estas cepas de godello viejo para otras elaboraciones, formando parte del ‘coupage’ de su Go de Godello. «Llevamos años trabajando con él y veíamos que era diferente, que había que darle una identidad propia a este godello, que ha existido siempre y que ya estaba en nuestras antiguas plantaciones», añade. Su objetivo con el ‘Cuveé Especial’, dar a entender cómo se plantaba en el valle de San Clemente y cómo era la godello originariamente en el Bierzo, tan distinta a una godello actual.
Con un ‘toque’ de barrica
Sandra Luque destaca que en la elaboración de este blanco le dan siempre un ‘toque’ de barrica. Es sabido que el godello del Bierzo no es muy intenso en nariz pero, recalca la enóloga, puede desarrollar unas notas muy interesantes en la boca. «Vamos a intentar generar mucha manoproteína y mucha densidad, focalizándonos a que nuestro godello sea muy expresivo en boca con esa acidez tan característica», puntualiza la valenciana, mientras explica la importancia de conseguir que la temperatura de entrada en bodega sea muy baja, a ser posible de forma natural -incluso han probado a vendimiar de noche-, para hacer una premaceración en frío en prensa durante unas 24 horas.
«Nos favorece a que una variedad que no es una explosión de nariz, tenga notas muy interesantes», insiste. A continuación se realiza la fermentación en barrica. Después pasa por una crianza «justa» para «aportar la manoproteína sin que el vino se maderice». «Por eso optamos por la fermentación en barrica para poder hacer ese ‘battonage’ ( técnica que consiste en mantener las lías finas del propio vino en suspensión) durante unos días posteriores a la fermentación», apostilla Sandra.
De esta manera, consiguen esa «sensación grasa» que buscan en el blanco pero sin que se homogeneice. El punto exacto para obtener esas notas lácticas y de frutos secos. «Que gane en densidad, que es un poco una obsesión mía con los blancos, que me gusta que sean muy voluptuosos«, añade Sandra, que confiesa que no hay variedad mejor con la que pudo tropezarse en el camino para conseguir esto que la godello.
Otra novedad, el ‘Especial Selección de Viñedos’
No es la única novedad que presenta Soto del Vicario, coincidiendo con la celebración en Madrid del Salón de los Vinos del Bierzo. La bodega revisa el concepto de su Men de Mencía ‘Selección de Viñedos’. Le da una vuelta para que sea «una representación de las mencías viejas del valle de San Clemente, con 12 meses de barrica». Cambia su contenido y también el color de su etiqueta. Pasa de naranja a azul, para expresar que ahora es «un vino de inspiración atlántica, en edición limitada, fruto de la selección de viñas centenarias de la villa de San Clemente».
En el tiempo que Sandra Luque lleva en contacto con el Bierzo, conociendo su viñedo en San Clemente, ha descubierto que en Soto del Vicario tienen dos versiones totalmente diferentes de la mencía. Una parte de sus 40 hectáreas -compradas a 198 agricultores- es viñedo en espaldera de unos 23 años. Otra parte es viñedo viejo de 60 hasta más de 100 años. Una parte en la que aplican todos sus conocimientos en ingeniería agronómica para cuidarlo. Otra parte en la que lo cuidan de manera tradicional, como se ha hecho siempre en el Bierzo.
Con esta última parte es con la que elaboran ahora el ‘Selección de Viñedos’. Tiene un 80-85% de mencía de las viñas más viejas para ganar en «estructura, densidad y complejidad» y obtener un vino donde se sienta «el suelo y el terruño». Así, el 20-15% restante es de mencía de las viñas más jóvenes para darle ese punto de frescura y equilibrar una acidez muy buena. «Nos gusta jugar con esta mencía que tiene dos caras y que nos ayuda a hacer dos vinos muy equilibrados, el Selección de Parcelas y el Men de Mencía», apostilla.
En mente, un vino de finca
«Estamos teniendo un crecimiento en nuestros vinos y va en esta línea, acabaremos con cinco o seis vinos en el mercado», adelanta Sandra Luque. Y así van camino de hacer un vino de una parcela «auténtica». Es la más característica de la zona donde se concentra su viñedo entre los parajes de la Cabarca, la Madroñal y los Soutos, entre otros. Será un «chuletón vuelta y vuelta», como lo describe la enóloga de Soto del Vicario. Es una viña que llevan varios años elaborando por separado, comprobando que cuenta con las mejores cualidades. «Llevamos diez años investigándola, siguiéndola, viendo qué condiciones tenía para extrapolarlas a las que la rodean», confiesa.
«Ese será nuestro vino de finca más identificativo y que verá la luz más adelante», advierte Sandra. Así, resalta que fue plantada en el año 1900, con ‘papeles’ que acreditan su inscripción y su origen. Encaja perfectamente con el modelo de zonificación que promueve el Consejo Regulador de la DO Bierzo. Por ello, esperan que los documentos antiguos que conservan sirvan para que se mantenga el nombre con el que su propietario la tenía inscrita.
La enóloga de Soto del Vicario defiende que en esa parcela está el origen del valle de San Clemente, como la primera en plantarse o la primera en datarse. No en vano es la finca número 1 del polígono. «Ese agricultor fue el iniciador del viñedo en esa zona y eligió el mejor lugar «, apostilla.
Los comentarios están cerrados.